
Ser padre durante una pandemia ¿Quién me lo iba a decir?
Cuando Blanca se quedó embarazada sabía que vendrían sorpresas pero no me imaginaba ser padre durante una pandemia. Ahora ya me puedo poner esa medalla, aunque sea ella quien tenga que recibir todos los honores, al fin y al cabo yo fui sólo un acompañante.
España entra en crisis sanitaria en nuestro séptimo mes de embarazo
Cuando declararon el estado de alarma en España todavía quedaba un mes y medio para que saliera de cuentas pero claro… sabíamos que esto no iba a ser cuestión de un par de semanas. Y aunque lo hubiese sido, eso sólo sería la parte más dura de la cuarentena, como se ha demostrado con la desescalada actual.
Cuando todo comenzó, incluso llegaron a centralizar todos los partos de la Comunidad de Madrid en 3 hospitales concretos para todas las madres que tuvieran un parto fuera de lo normal. Por suerte, los hospitales seguirían contando con especialistas de guardia para casos urgentes no derivables pero claro ¿quién quiere tener que recurrir a ellos?
De hecho, ya vivimos las últimas visitas a los especialistas antes del parto, cuando la famosa curva estaba en su pico más alto y visitamos ambulatorios desde la puerta (al menos yo, que no podía pasar), salas de espera completamente vacías y consultas médicas telemáticamente.
Hora de dar a luz: Camino al hospital
Llegado el gran día, cogimos nuestra maleta de parto, a la que tuvimos que añadir guantes, mascarillas y gel de desinfección. Aunque íbamos a un hospital, dudábamos que allí nos pudieran facilitar todo esto con la falta de suministros que estaban sufriendo. De hecho, yo llegué a pensar si llevar nuestra propia caja de guantes como una donación…
Una vez dentro, la primera diferencia con nuestro parto anterior fue el tratamiento en urgencias, algo lógico dada la situación. A Blanca la enviaron directamente a la planta de maternidad para que se alejara lo antes posible del circuito sucio. Mientras, yo iba a dejar a nuestra otra hija con su abuela (que ese es otro tema).
Al regresar, me encontré con una sala de espera totalmente desierta, unos pasillos vacíos… Un leve movimiento de las matronas, enfermeras y personal del hospital. Nada comparado a lo que suele ser una planta donde están naciendo niños hora tras hora.
Mientras pasaban las primeras horas de dilatación nos iban poniendo al día de los diferentes protocolos a seguir en esta situación. Por ejemplo, en todos los momentos en los que hubiera personal sanitario en la habitación deberíamos tener las mascarillas puestas. Si fuera del hospital el lavado de manos y el uso de guantes era obligatorio y repetitivo, imaginad dentro.
Por suerte (sobretodo para Blanca) el parto fue bastante rápido y todo transcurrió con normalidad. Después de todo el miedo que acumulamos en esa recta final, por fin pudimos conocer a Carlota Leyre y disfrutar de esas dos primeras horas mágicas con el bebé recién nacido.
¿24 o 48 horas de ingreso?
Pasadas esas dos horas, y viendo que tanto la recién nacida como la madre evolucionaban perfectamente nos preguntábamos si nos mandarían a casa durante las primeras 24 horas. Algunas madres que habían dado a luz en estas semanas críticas habían sido dadas de alta para prevenir posibles contagios.
Pues no. La crisis sanitaria nos volvía a salpicar aunque fue de una forma muy leve. El hospital se encontraba en medio de un cambio en su política de altas. Ya habían comenzado a volver a la normalidad, o sea, a esperar 48 horas para dar el alta al bebé pero sin embargo, dada la situación habían derivado a enfermos de otras plantas a maternidad con lo que no tenían todas sus habitaciones disponibles.
Un día en el paritorio
La consecuencia es que tuvimos que esperar 24 horas en el propio paritorio. Que ojo, no es ninguna molestia, al fin y al cabo es casi como una habitación normal pero con el inconveniente de no poder subir todas tus pertenencias. Y digo «molestia» porque es realmente eso, una molestia, no es algo grave ni para mi, ni para la madre, ni si quiera para el bebé. A ellas no les faltaba absolutamente de nada, es simplemente el trastorno que ocasiona para esos primeros días de vida.
Por suerte, este trastorno solo duró 24 horas y justo al día siguiente nos trasladaron a una habitación normal con todas sus comodidades. Aunque eso sí, ni siquiera las propias enfermeras, ginecólogas o pediatras sabían a ciencia cierta si nos darían una habitación o nos mandarían a casa en esos momentos. Imagino que la propia evolución de los ingresos y altas de enfermos mandan en situaciones como esta y cada hora puede cambiar estas decisiones.
Lo bueno y lo malo
Lo mejor: Que todo haya salido bien y que pueda estar escribiendo este post hoy día. El trato del personal sanitario, que si bien no era el que se estaba enfrentado directamente al virus, sí que estaba trabajando día y noche con esas medidas de seguridad que todos conocemos con una sonrisa en la cara en todo momento.
Lo peor: Como he comentado antes, algún trastorno o que, a toro pasado me parece hasta ridículo en comparación con lo que podría haber sido. Aquí me gustaría indicar una pequeña queja, esta vez si, mía personal, como padre y como diabético.
Semanas antes de dar a luz y temiendo que no me iban a permitir salir durante el ingreso, pregunté a la Comunidad de Madrid si debía llevarme yo mi propia comida. Siendo diabético es algo muy a tener en cuenta ya que una persona sana puede comer durante un par de días de las máquinas de snacks, pero en mi caso no es así. Desde la Administración, me indicaron que podía estar tranquilo ya que en estos casos, y sobretodo tratándose de un diabético, los menús de los acompañantes estarían asegurados… Y no fue así. Pero oye, yo firmaba ahora mismo que todos los males sean como ese…
Todo el mundo me dice que esta será una historia que contarle a nuestra hija cuando crezca. Es hija de su padre, de su madre y ahora también, de una pandemia.


2 Comentarios
Taisa
La verdad es que nos ha trastocado a todos!! Pero el tema partos tela. He oído varias historias y sí, esta es de las más suaves. Qué bien que no hubiese problemas y sólo pequeñas incomodidades. Una puñeta lo de la comida, eso sí!!
La verdad es que sería un buen momento para haberse planteado más en serio el tema de los partos ambulatorios, y dejarte ir a casa antes incluso… Porque en muchos casos, no hay mejor sitio que en casa. Sobre todo, cuando tienes más hijos. Siendo el primero igual ya es otro tema.
Enhorabuena y que todo siga bien. 🙂
Jorge Marín
Gracias por tu comentario Taisa. La verdad que si, que dentro de todo lo que podía pasar, no ha sido nada. Una historia que contar en cada cumpleaños de la recién llegada.
De nuevo, gracias por tu comentario y tu visita