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Secuestro virtual | Cómo me raptaron sin ni siquiera saberlo


Hace unos años “fui” víctima de un secuestro virtual. No sufrí ningún daño, no sufrí ninguna frustración, ni siquiera me asusté. Sin embargo mi madre sí que sufrió las consecuencias de este macabro timo.

secuestro virtual

Un tarde cualquiera llegaba a casa de mi madre después de trabajar para recoger a mi hija. Por aquel entonces ni siquiera iba a la escuela infantil, tenía apenas año y pico. Y menos mal, porque si ya se asustó sin enterarse de nada de lo que ocurría, hoy en día, que ya es consciente de todo lo que pasa a su alrededor, se hubiera llevado un buen shock.

Nunca había subido en ascensor con esa sensación

Cuando llamé al telefonillo ya noté algo raro. Acostumbrado a sus típicos “-¿Si?” o “-¿Quién es?” ese día no fue así. Recuerdo que la noté exaltada, nerviosa y juraría que contestó algo así como “Ay hijo” o “¡Estás aquí!”. Levanté una ceja pero abrí la puerta con normalidad y me dirigí al ascensor.

Subiendo planta tras planta, nuestra vivienda se encuentra en uno de los últimos niveles del edificio, notaba jaleo según iba llegando. Los ruidos cada vez eran más cercanos y todas las luces de las plantas inferiores al nuestro estaban encendidas. Al llegar al nivel anterior al mío ya lo tenía claro, algo le ocurría a mi madre. Entre las voces de varios vecinos distinguía su tono, básicamente porque era la que más gritaba.

Cuando el ascensor paró vi por la ventana interior un tumulto de gente en el descansillo. Personas con ¿palos? ¿cuchillos? Si, personas con palos y cuchillos. Entre todos ellos estaba mi hija llorando a todo pulmón y mi madre con lágrimas en los ojos y el teléfono en la oreja.

¿Me habían secuestrado?

Mi cara debió ser un cuadro al salir del ascensor pero la todo el descansillo no fue muy distinta. No era la persona que estaban esperando que saliera del ascensor. Todos se quedaron mirándome y mi madre se tiró a abrazarme instintivamente. Mientras intentaba salir del shock alguno de ellos me explicaba lo que estaba pasando y mi madre no paraba de repetir “-Hijo estás bien”, “-Qué susto más grande” y “-Casi me da un infarto”.

Lo que acababa de ocurrir es que yo “acababa de ser víctima” de un secuestro virtual. Algo que, sinceramente, no conocía hasta ese momento. Mi primera reacción al enterarme de que “mis secuestradores” estaban al otro lado de la línea fue decir que me dejaran el teléfono para hablar con ellos. Por desgracia, mi madre colgó el teléfono en cuanto salí del ascensor.

¿Qué había ocurrido? Retrocedamos en el tiempo unos minutos.

Minutos antes de llegar yo sonó el teléfono fijo de mi antiguo domicilio. Nada más descolgar, sin explicar nada ni dar ningún dato soltaron la bomba: “-Señora, no cuelgue la llamada. Tenemos secuestrado a su hijo”. En ese momento los nervios de mi madre comenzaron a agitarse y apenas sabía lo que decía. Sin darse cuenta estaba dando información que daba pistas a “mis secuestradores”. Frases del tipo: “No puede ser, mi hijo está en el trabajo” sirvieron de gancho para su propia desgracia ¿Por qué? A partir de ese momento comenzaron a inventar ese supuesto rapto con datos que ella misma les iba indicando. Que yo era un hombre y no una mujer, que trabajaba y no estudiaba, y lo más importante por absurdo que parezca, que efectivamente la mujer con la que hablaban, tenía un hijo.

Según me pudo contar ella minutos más tarde, la mayor preocupación de los timadores era que ella no llamara a mi teléfono móvil. Según ellos, era lo primero que me habían quitado para que yo no me pusiera en contacto con las autoridades o familiares. No hacían más que repetir que no colgara la llamada ya que era la única vía por la que podría contactar con su hijo si todo salía “bien”. Bajo la amenaza de hacerme daño (incluso uno de ellos gritaba haciéndose pasar por mí) la comenzaron a pedir que realizara una transferencia de dinero a través de Western Union. Cuando supieron que ella había picado debido a su preocupación, comenzaron a subir la cantidad de dinero exigido. Incluso hacían “ver” que me estaban haciendo daño, en ese supuesto maletero de coche, al ver que ella no cooperaba.

¿Creías que mi caso era fuerte? Atento al siguiente vídeo

Además de todas estas tretas, lo que más asustó a mi madre fue el hecho de sentirse observada. Según le indicaron por teléfono, la estaban viendo y la advirtieron que no hiciese nada raro salvo ingresar el dinero. Que no saliera de casa bajo ningún concepto ya que la estaban vigilando y yo iba a sufrir las consecuencias. Al verse en dicha situación y para colmo con un bebé, lo único que se le ocurrió fue avisar a los vecinos. Lo primero en lo que pensaron sus vecinos al oír que la estaban observando era que estaban cerca. Pensándolo fríamente era casi imposible que estuvieran viendo a mi madre pero con el susto, ninguno de ellos se paró a pensar.

La alarma corrió como la pólvora entre las plantas contiguas del edificio y muchos vecinos salieron para ver que ocurría. Mi madre no paraba de gritar que me tenían secuestrado e intentaba pedir ayuda mientras mi hija asustada empezaba a llorar abrazada a sus pies. Imagino que el pánico se adueñó del descansillo y la confusión les llevó a coger lo primero que tenían por casa. No sé las personas que se encontraban en ese momento cuando abrí la puerta pero el barullo se oía en todo el portal. Mi cara tuvo que ser un cuadro, pero la de mis vecinos y sobretodo la de mi madre…

Yo no entendía nada pero sabía que algo grave estaba ocurriendo. Un segundo de silencio. Mi madre abalanzándose sobre mí y mis vecinos alrededor gritando ¡ay que está bien!, ¡por favor que susto!, ¡que hijos de puta!, mi hija seguía llorando a moco tendido asustada entre un mar de gente. Yo no entendía nada pero sabía que algo grave se había solucionado.

Entre lágrimas, mi madre me contó todo mientras los vecinos se calmaban y yo cogía a la niña. Cuando me enteré de que todo había sido por teléfono intenté que me los pasara pero claro, en cuanto me vió salir del ascensor colgó la llamada. Lógicamente el número la típica ristra de números que son derivados de un sistema de rellamadas o centralitas.

¿Qué hacer si sospechas que estás siendo víctima de este timo?

  1. ¿Conoces el número desde el que te llaman? ¿Es un número extraño con muchas cifras? Desconfía.
  2. NUNCA des datos personales a desconocidos. Si sospechas juega a su juego, responde a sus preguntas con más preguntas. Juégate un farol. Pregunta algún dato que sólo conozca la persona a la que han raptado. Intenta que te «confirmen» su identidad.
  3. Es difícil en un momento así pero ante este tipo de avisos, mantén la calma. Si dudas, cuelga la llamada, si realmente es real, volverán a llamar. Busca otra vía para ponerte en contacto con la persona «raptada» o incluso con la propia policía.
  4. Más difícil todavía: Intenta grabar la llamada con tu teléfono.
  5. Por favor. Aunque hayas picado el anzuelo, NO ingreses dinero a personas que no conoces ¡con lo que cuesta ganarlo!
  6.  Si después de seguir estos pasos todavía no has colgado la llamada CUELGA.
  7. Recopila todos los datos de lo que ha ocurrido y acude a denunciar lo que ha pasado. Aunque haya sido una llamada de 20 segundos. Volverán a intentar captar a alguien y en vez de a ti, le puede tocar a mi madre, como ya ocurrió.

Cuando se calmó un poco el ambiente y mi madre se tranquilizó decidimos que lo mejor era esperar un rato para pasar el shock y luego dirigirnos a comisaría. Al llegar allí nos enteramos de que esto no había sido una mera coincidencia. Estos desalmados habían barrido todos los números contiguos a los de mi madre. A todos les intentaban lanzar el mismo gancho y claro, casi todas las personas con hijos o hijas, se quedan en shock. Incluso había personas a las que habían intentado timar con el mismo gancho pero no habían picado al no tener hijos. A todos los afectados nos dijeron lo mismo, que era muy difícil rastrear este tipo de llamadas ya que en ocasiones las hacían desde dentro de cárceles o teléfonos móviles desechables para evitar dicho rastreo.

En ese momento descubrimos lo que era un secuestro virtual. Casualmente ese mismo viernes emitieron un episodio de Equipo de investigación sobre este tema titulado: El fraude de los secuestros virtuales. No sabéis la de gente que se había enterado de nuestro suceso y nos recomendó que viésemos el programa. Como si no supiéramos de qué iba el asunto…

Tiempo después me contactaron desde Tele13, desde Chile, para hacerme una entrevista. Habían encontrado un tweet mío en el que hablaba del tema. Al principio reconozco que me asusté después de la experiencia anterior. Como podéis imaginar, el periodista que realizaba la pieza que habéis podido ver un poco más arriba, se acreditó inmediatamente después de mandarme el primer mensaje.

Conocimos lo que es un secuestro virtual por la más macabra de las vías. Por suerte, todo quedó en un susto.

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